De Uruguay hasta Alaska atravesando Chihuahua: la odisea de Tabaré Alonso

Según Google Maps, entre un punto incierto en Uruguay y otro punto incierto en Alaska hay más de 13 mil 393 kilómetros, esto en línea recta. Pero las carreteras no respetan líneas directas, ni siquiera saben qué son. En el caso de la Panamericana, carretera que recorre de norte a sur el continente americano, hay por lo menos 30 mil kilómetros de asfalto serpenteante. Si fuera posible recorrerla en vehículo a una velocidad constante de 100 kilómetros por hora, sin siquiera detenernos a cargar gasolina o ir al baño, tardaríamos en cruzarla más de 12 días. 

Ahora bien, intentemos entonces imaginar que hay personas amantes de los caminos inciertos, los paisajes que se transforman con el transcurso de las distancias, de los países y sus distintas culturas y, sobre todo, del ciclismo, quienes son capaces de montarse un día en su vehículo de dos ruedas con apenas algunas pertenencias e insumos suficientes para sobrevivir de una localidad a otra, en su búsqueda por llegar de un punto A en el continente a un punto B.

En este caso hablamos de alguien en específico: Tabaré Alonso, un bloguero y viajero uruguayo que se puso la tarea de realizar lo que muchos han soñado y que pocos han realizado: cruzar América de un extremo a otro en bicicleta.

El ciclista realiza su travesía épica recorriendo todos los países que se ponen en su camino. Actualmente se encuentra en México, más en específico, en algún punto del estado de Chihuahua (bueno, ni tan específico después de todo). Tabaré avanza a su ritmo por distintos caminos del estado, luego de haber recorrido anteriormente Nuevo León y Coahuila, donde vio cómo el paisaje de las montañas de la Huasteca se convirtieron en planicies desérticas donde no parecía haber civilización a días a la redonda, más allá de pueblitos perdidos en la inmensidad del desierto que aparecían en su trayecto como si de espejismos se trataran. De igual forma su pedaleo constante lo llevó a descubrir por sí mismo los misterios de la Zona del Silencio, ese punto donde se conjugan Durango, Coahuila y Chihuahua.

Aunque avanza con apenas lo indispensable, algo de ropa, un mapa, alimentos y una tienda de campaña, también lo hace con cámaras y un dron que le ayudan a documentar su aventura, lo que se puede apreciar en los videos y fotografías que va posteando en sus redes sociales y YouTube para hacer partícipe de su odisea a toda aquella persona que desee inspirarse con ella a buscar todo aquello que siempre ha deseado y salirse de su estado de confort sin miedo a lo desconocido. En su sitio web menciona: “me di cuenta en este proceso que nunca iba a tener las condiciones perfectas para comenzar algo nuevo, porque lo nuevo se empieza probando”. 

El bloguero avanza sin miedo a la inmensidad del mundo, sino al contrario, maravillándose y mezclándose con ella. Llegue a donde llegue, se encuentra con personas que le tienden su mano y le ofrecen un refugio ante el frío del invierno norteño.