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Por Jorge Cruz Camberos
Por lo general cuando se atraviesa por una crisis, del orden que sea, a quien mejor le va es a quien, primero que nada, acepta su realidad, para luego hacer su mejor esfuerzo para superarla, es decir, quien afronta cada situación con un toque de positividad que le permite extraer ganancias de un momento considerado negativo.
Hoy me quiero referir a esa resiliencia que como país debemos tener ante las tensiones internacionales que se han generado entre Estados Unidos, Rusia y China, cuya rivalidad comercial y política se ha intensificado, propiciando cierta inestabilidad e impacto en países como México.
En ese sentido, y dado que nuestro país tiene una economía interconectada a la de Estados Unidos, es probable que se vea afectado en las posibles nuevas inversiones y en actividades comerciales que comúnmente se han realizado.
Ante este escenario, es importante que estemos preparados para afrontar los desafíos que puedan surgir, buscando diversificar nuestras relaciones comerciales y fortaleciendo nuestra economía interna. Además, considero crucial que, quienes nos gobiernan, puedan adoptar una postura neutral y equilibrada en medio de esa rivalidad entre potencias, para así aprovechar las oportunidades que se presenten.
Ahora bien, si ya tenemos establecidos lazos con diferentes socios comerciales, es el momento justo de fortalecerlos, siempre protegiendo nuestros intereses económicos, promoviendo políticas que impulsen el crecimiento y la competitividad en el mercado internacional.
Esta colaboración que tenemos con otros países y organizaciones internacionales será clave en este proceso que se está viviendo a nivel global, para poder navegar de manera efectiva en un entorno económico cada vez más complejo y competitivo.
No menos importante será diseñar una estrategia clara y contundente, enfocada en atraer la inversión y el talento que tanto nos hace falta para poder competir fuertemente dentro de la relocalización que tan de moda está.
Debemos entender que la competencia de occidente con China y Rusia, en el campo económico, es un reto muy desafiante, pero también una oportunidad para demostrar esa gran capacidad de adaptación y resiliencia que hemos demostrado los mexicanos a lo largo de la historia.
Pero es fundamental seguir de cerca las nuevas tendencias y los cambios económicos y políticos mundiales, mantenerlos bien monitoreados, porque esto nos dará la oportunidad de anticiparnos y aprovechar nuevos nichos de crecimiento y desarrollo, sobre las intenciones que tenga cualquier otro país o región productiva.
Una herramienta de la que podemos echar mano es la colaboración con organizaciones como el “Wilson Center” y la “American Chamber of Commerce of Mexico (AmCham)”, que pueden ser clave para mantenernos bien informados sobre temas económicos, y así permanecer conectados con los principales actores en el escenario internacional.
También, debemos generar certidumbre de que en México hay condiciones propicias para la inversión; me refiero a que temas como la Reforma al Poder Judicial podría generan expectativas negativas por la preocupación de países como Estados Unidos, que han expresado inquietud por la posible falta de contrapesos.
En suma, nuestro objetivo debe ser el fortalecimiento de nuestra economía, el impulso de la innovación, y la diversificación, así como mantenernos abiertos a la colaboración y el intercambio con otros países para asegurar un futuro próspero y sostenible para México.
Consecuencia de estas tensiones es que en Chihuahua seguimos cuesta arriba para colocarnos como destino final de las grandes inversiones propiciadas por el nearshoring; nuestro estado oferta mano de obra calificada, territorialidad, incentivos a las empresas, entonces, por todo ello, es necesario fortalecer nuestra vinculación como estado con el Gobierno Federal y propiciar mejores condiciones para todos.