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Por Jorge Cruz Camberos
El reciente otorgamiento del Premio Nobel de Economía a Daron Acemoglu, James Robinson y Simon Johnson ha reavivado un debate crucial sobre las causas de la desigualdad económica entre naciones. Su investigación, que establece un vínculo directo entre el tipo de instituciones que se formaron durante la colonización europea y la prosperidad actual de los países, ofrece valiosas lecciones que podrían ser aplicadas para mejorar el desarrollo económico en nuestra región, Chihuahua.
Instituciones inclusivas vs extractivas
Los laureados del Nobel argumentan que los países que desarrollaron “instituciones inclusivas” han experimentado un crecimiento sostenido, mientras que aquellos con “instituciones extractivas” han quedado atrapados en ciclos de pobreza y desigualdad. Este concepto se refleja en el ejemplo de Nogales, donde la parte estadounidense de la ciudad prospera gracias a sus instituciones inclusivas, en contraposición a su homóloga mexicana.
Este marco analítico nos invita a reflexionar sobre nuestra propia realidad en Chihuahua. ¿Estamos fomentando instituciones que promueven la inclusión y el desarrollo? La respuesta a esta pregunta podría ser la clave para desbloquear el potencial económico de nuestra región.
Hacia un futuro inclusivo
En Chihuahua, es fundamental que tanto el gobierno como el sector privado trabajen en conjunto para establecer un entorno institucional que favorezca la participación ciudadana y el desarrollo económico. Esto incluye:
1. Fortalecimiento de la Democracia Local: Promover un gobierno transparente y participativo que escuche las necesidades de sus ciudadanos y fomente la rendición de cuentas.
2. Inversión en Educación y Capacitación: Desarrollar programas que equipen a la población con las habilidades necesarias para participar en una economía moderna y competitiva.
3. Fomento a la Innovación y el Emprendimiento: Crear un ecosistema que apoye a los emprendedores mediante financiamiento, capacitación y acceso a mercados.
4. Desarrollo de Infraestructura: Mejorar la infraestructura básica para facilitar el comercio y la inversión, asegurando que las comunidades más desfavorecidas también se beneficien del crecimiento económico.
Un desafío colectivo
La crítica que enfrentan Acemoglu y Robinson sobre la relevancia de la cultura y otros factores en el desarrollo no debe ser ignorada, pero también debe servir como un llamado a la acción. En lugar de ver la desigualdad como un problema insuperable, debemos considerar cómo las decisiones políticas e institucionales pueden ser reformadas para crear un futuro más equitativo.
El Nobel de Economía 2024 nos recuerda que el camino hacia la prosperidad no está predeterminado, sino que depende de las instituciones que elegimos construir. En Chihuahua, tenemos la oportunidad de aprender de estas lecciones y trabajar juntos para forjar un futuro más inclusivo y próspero para todos. La responsabilidad es de cada uno de nosotros: ciudadanos, líderes comunitarios y autoridades. El cambio comienza aquí y ahora.
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