Chihuahua: la pandemia silenciosa y el desafío de construir esperanza

Crisis de salud mental en Chihuahua: factores sociales y económicos que contribuyen al problema, con posibles soluciones basadas en la prevención y el fortalecimiento familiar.
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Chihuahua, una ciudad conocida por su resiliencia y calidad de vida, enfrenta una crisis menos visible pero igual de alarmante: la salud mental. En un entorno donde los problemas emocionales y sociales han crecido de manera silenciosa, los índices de suicidio, especialmente entre jóvenes, reflejan una realidad que no podemos ignorar.

A pesar de los desafíos, Chihuahua tiene futuro. Pero este futuro depende de nuestra capacidad para abordar esta pandemia silenciosa desde sus raíces, fortaleciendo las familias, promoviendo la salud mental y construyendo espacios de esperanza.

La pandemia silenciosa: salud mental en crisis

Más allá del impacto del COVID-19, Chihuahua enfrenta otra crisis devastadora: el suicidio, que ya es la segunda causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años en México. En el estado, el índice es aún más alarmante, con 15.8 suicidios por cada 100 mil habitantes, el doble del promedio nacional, según dato del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

El Día Mundial para la Prevención del Suicidio, es cada 10 de septiembre, organizado por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el lema de 2024-2026, “Cambiar la narrativa”, éste tiene como objetivo derribar las barreras, como el estigma, crear conciencia y crear una cultura de comprensión y apoyo para prevenir el suicidio. Todos, individuos, comunidades, organizaciones y gobiernos tienen un papel importante que desempeñar para cambiar la narrativa sobre el suicidio.

Los factores detrás de esta crisis son complejos:
Factores sociales: Violencia intrafamiliar, bullying y acoso, presión social amplificada por redes sociales y estándares irreales, fragmentación social causada por el narcotráfico y la migración.
Económicos: Falta de acceso a recursos psicológicos, especialmente en comunidades vulnerables como la Rarámuri, y hay varios factores que contextuales.

Sin embargo, a pesar de ser prevenible, el suicidio continúa siendo una tragedia silenciosa, alimentada por la falta de recursos, apoyo y prevención oportuna.

Los números que no podemos ignorar

La violencia en el hogar es un factor determinante en la crisis emocional de los jóvenes. En Chihuahua, 1 de cada 3 personas ha sufrido violencia intrafamiliar, aunque los casos no denunciados podrían elevar esta cifra hasta el 80%.

Por otro lado, la cancelación de plazas para orientadores vocacionales y psicólogos en las escuelas ha dejado a los estudiantes sin herramientas para manejar sus emociones y encontrar un propósito claro en sus vidas.

Si no actuamos ahora, el impacto de esta crisis será aún mayor, afectando no sólo a los jóvenes, sino al futuro de toda la sociedad.

Relaciones de calidad: la clave para prevenir el suicidio

La solución a esta crisis comienza desde las relaciones humanas. Fortalecer las relaciones familiares sanas es esencial para construir un entorno emocional sólido. La comunicación abierta y el respeto mutuo dentro de las familias pueden marcar la diferencia.

Además, debemos promover hábitos y valores que fortalezcan la resiliencia emocional:

La religión o la espiritualidad, como fuentes de propósito y esperanza. Desarrollar un deporte, tener una buena alimentación, que fortalecen la mente y el cuerpo. Las terapias psicológicas, que ofrecen herramientas para manejar las crisis emocionales. Un sentido de pertenencia, que conecte a los jóvenes con su comunidad y les brinde un propósito claro en la vida. No se trata únicamente de tratar los síntomas, sino de prevenir los problemas desde sus raíces. Desarrollar habilidades emocionales: manejo del estrés

Construyendo espacios de esperanza

Para enfrentar esta pandemia silenciosa, Chihuahua necesita invertir en el bienestar emocional de su población. Algunas acciones clave incluyen:

Reincorporar psicólogos y orientadores vocacionales en el sistema educativo, para brindar a los jóvenes herramientas emocionales y vocacionales. Desarrollar programas de apoyo comunitario, con énfasis en comunidades vulnerables como las del pueblo rarámuri. Crear espacios seguros donde los jóvenes puedan expresarse, convivir y aprender habilidades para la vida. Fomentar estilos de vida saludables que integren deporte, educación y una alimentación adecuada. Además, como sociedad debemos cambiar el discurso hacia los jóvenes: dejar de centrarnos en sus fallas y enfocarnos en acompañarlos en la construcción de sus sueños y aspiraciones.

Un llamado a la acción: unidos por un futuro mejor

La solución a esta crisis no puede venir de un solo sector. Es responsabilidad compartida del sector público, las empresas y la sociedad civil trabajar juntos para frenar esta pandemia silenciosa y fortalecer el tejido social de Chihuahua.

El sector público debe liderar la estrategia, fortaleciendo las políticas de prevención y ampliando la cobertura de atención psicológica. Las empresas privadas pueden invertir en programas de responsabilidad social, fomentando el deporte, el arte y la educación como herramientas de prevención. La sociedad civil tiene el poder de generar comunidades más fuertes, ofreciendo espacios seguros y oportunidades para jóvenes en riesgo. El suicidio es prevenible, pero requiere voluntad, recursos y, sobre todo, compromiso colectivo. Chihuahua tiene la capacidad de superar esta crisis, pero necesita que cada actor productivo, social y público haga su parte.

El momento de actuar es ahora. La esperanza no es solo un ideal: es una construcción conjunta.