IA y automatización: ¿Puede el Ingreso Básico Universal salvar empleos?

El avance de la IA y la automatización plantea nuevos desafíos laborales, y el Ingreso Básico Universal surge como una posible solución para mitigar los efectos en la economía.

El avance de la inteligencia artificial (IA) y la automatización está cambiando rápidamente el mercado laboral, y con ello, el debate sobre soluciones como el Ingreso Básico Universal (IBU) se vuelve cada vez más relevante. Ante la posibilidad de que millones de empleos sean reemplazados por máquinas y algoritmos, surge la pregunta: ¿cómo garantizar el bienestar de las personas en un mundo donde el trabajo, como lo conocemos, podría volverse obsoleto?

IA y automatización: ¿una amenaza laboral?

La adopción de tecnologías inteligentes está impactando tanto a trabajadores de baja calificación como a sectores especializados, como el análisis de datos o la atención al cliente. Este panorama ha llevado a economistas y políticos a explorar ideas disruptivas como el IBU, un esquema en el que cada ciudadano recibe un ingreso fijo que le permita cubrir sus necesidades básicas, sin importar su situación laboral.

En teoría, el IBU tiene potencial para:
• Reducir la pobreza extrema y la desigualdad.
• Brindar seguridad económica ante la pérdida de empleos.
• Fomentar la innovación, permitiendo a las personas dedicarse a actividades creativas o emprendedoras.

Sin embargo, la implementación de este tipo de políticas plantea serias dudas, tanto sobre su impacto en la fuerza laboral como sobre el comportamiento social que podría desencadenar.

Lecciones de casos reales

Países como Finlandia y Canadá han experimentado con versiones del IBU, obteniendo resultados diversos. Entre las conclusiones más relevantes destacan:
1. Bienestar psicológico: Los participantes reportaron menos estrés financiero y mejor salud mental.
2. Impacto mixto en el empleo: Aunque algunos aprovecharon la estabilidad para capacitarse o emprender, otros redujeron su participación en el mercado laboral.

En México y Estados Unidos ya hemos visto señales de cómo ciertas ayudas económicas pueden desincentivar el trabajo formal. Durante la pandemia de COVID-19, los estímulos económicos implementados en EE.UU. llevaron a muchos a preferir no trabajar para evitar incrementar su base de impuestos o perder subsidios adicionales. Un fenómeno similar ocurre en México, donde algunos programas sociales desincentivan el empleo formal, pues las familias temen perder beneficios si sus ingresos superan ciertos umbrales.

¿Promueve el IBU la dependencia?

Una de las principales críticas al IBU es que podría fomentar una actitud conformista, donde las personas dependan del ingreso garantizado y no busquen superarse. Aunque esta preocupación tiene fundamentos, el resultado dependerá del diseño del programa y del entorno socioeconómico:
• Si el IBU se percibe como un complemento, puede ser un catalizador de productividad al reducir la presión de aceptar empleos precarios.
• Si no se acompaña de políticas educativas y un entorno competitivo, podría convertirse en un incentivo para la dependencia económica.

Un diseño inteligente del IBU

Para que un sistema como el IBU sea exitoso, se deben tomar en cuenta varios factores:
1. Ingreso suficiente pero no excesivo: Debe cubrir necesidades básicas sin reemplazar por completo los ingresos laborales.
2. Complemento con capacitación: Integrar programas de educación y desarrollo de habilidades para que las personas puedan adaptarse a las nuevas demandas laborales.
3. Incentivos para el trabajo formal: Diseñar políticas que hagan más atractivo trabajar o emprender que depender únicamente del ingreso básico.

La IA: ¿una oportunidad o una amenaza?

Aunque algunos temen que la IA pueda convertirse en un “Skynet económico”, al estilo de Terminator, el riesgo real radica en la concentración de riqueza y poder si no se regulan sus aplicaciones. La IA, bien utilizada, tiene el potencial de liberar a la humanidad de trabajos rutinarios y abrir oportunidades en sectores creativos, científicos y tecnológicos.

Reflexión final

El Ingreso Básico Universal no es una solución mágica ni universal. Su éxito dependerá de cómo se implemente y de las políticas complementarias que se diseñen. En un contexto donde la IA y la automatización podrían redefinir la economía global, es fundamental que los gobiernos, empresas y ciudadanos trabajen juntos para garantizar que las nuevas tecnologías sean una herramienta para la inclusión y el bienestar, y no un catalizador de desigualdad.