Por Jorge Cruz Camberos
En México, los empresarios no solo somos actores económicos; somos ciudadanos comprometidos con el desarrollo de este gran país. Aquí están nuestras familias, nuestro patrimonio, nuestras raíces. Y aquí es donde queremos quedarnos, construyendo juntos un futuro más próspero para todos. Este compromiso es firme, pero para que dé frutos necesitamos condiciones que permitan a la iniciativa privada florecer y contribuir de manera efectiva al bienestar social y económico.
El llamado del Secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, a que los empresarios apostemos por México, encuentra eco en nuestra convicción: estamos listos para asumir el reto. Desde sectores estratégicos como la manufactura avanzada, las energías renovables, la tecnología y la logística, sabemos que el país tiene un potencial inmenso. Sin embargo, para que este potencial se materialice, hace falta más que voluntad.
Estado de Derecho y Libertad Económica: Claves del Éxito
Para que los empresarios podamos seguir invirtiendo y generando empleos, es indispensable que el gobierno garantice el respeto al Estado de derecho, la protección de las garantías individuales y la promoción de un libre mercado auténtico. Necesitamos reglas claras y un entorno competitivo donde las empresas de todos los tamaños puedan prosperar.
El éxito de iniciativas como el Plan México, que busca consolidar a nuestro país como un actor clave en cadenas globales de suministro, dependerá de nuestra capacidad para crear un ecosistema donde la innovación y la colaboración entre los sectores público y privado sean la norma. Esto exige menos centralismo y un enfoque decidido en reformas que fomenten el crecimiento balanceado, tanto económico como social.
Un Ejemplo de Colaboración: Empleo para Repatriados
La reciente iniciativa del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), en colaboración con grandes empresas como Walmart, FEMSA e Iberdrola, es un ejemplo de cómo el sector privado puede contribuir al bienestar social. Al generar empleos para mexicanos repatriados de Estados Unidos, no solo les damos una oportunidad de reintegrarse productivamente, sino que fortalecemos el tejido social.
Esta acción demuestra que, con la planeación adecuada y un enfoque en el aprovechamiento de las capacidades existentes, podemos convertir retos en oportunidades. Pero este esfuerzo aislado debe ser parte de un marco más amplio donde el gobierno y el sector privado trabajemos de la mano, con visión y objetivos comunes.
El Camino a Seguir
Hoy más que nunca, México necesita de un sector empresarial robusto y comprometido, pero también de un gobierno que facilite las condiciones para que nuestras inversiones tengan un impacto positivo. No pedimos privilegios, pedimos reglas claras. Queremos seguir generando empleo, innovando y aportando a las comunidades en las que operamos.
Es momento de apostar por menos burocracia y más incentivos para la inversión productiva. De fomentar el desarrollo de cadenas de valor nacionales que reduzcan nuestra dependencia externa. Y de promover reformas que permitan un crecimiento sostenible, tanto en lo económico como en lo social.
Nos quedamos en México porque creemos en su futuro. Pero el futuro de México se construye con la participación activa de todos: gobierno, empresas y ciudadanos. La responsabilidad es compartida, y el momento de actuar es ahora.
Te puede interesar: Chihuahua: el camino hacia el liderazgo en Inteligencia Artificial