
Por Jorge Cruz Camberos
En Chihuahua, hablar de formar una familia, especialmente numerosa, se ha vuelto casi un tema de lujo. Aunque el 66% de la población pertenece a la clase económica C- hacia arriba, son precisamente estos sectores de clase media los que están optando por tener menos hijos. ¿La razón? El costo de vida.
Mientras tanto, en un contraste alarmante, Chihuahua también enfrenta uno de los índices más altos de embarazo adolescente en el país, principalmente en la clase baja. Así, tenemos una realidad en donde, por un lado, la clase media posterga o renuncia a tener hijos por motivos económicos, y por otro, la clase baja enfrenta embarazos no planeados que perpetúan ciclos de pobreza.
¿Qué está pasando con el bono demográfico de Chihuahua? ¿Estamos dejando escapar una oportunidad histórica para impulsar el desarrollo económico de la región?
La familia grande: de aspiración a símbolo de estatus
Hubo un tiempo en que tener varios hijos era el reflejo de una familia chihuahuense estable y con aspiraciones. Hoy, esa imagen parece cosa del pasado. El costo de la educación, la vivienda, la salud y el estilo de vida deseado han transformado a las familias numerosas en un símbolo de estatus reservado para quienes tienen los recursos para sostenerlo.
En otros contextos, como en Estados Unidos, vemos cómo las familias numerosas se han convertido en una especie de “accesorio de lujo” entre celebridades e influencers. En Chihuahua, aunque no tan mediático, el patrón se repite: las familias con más hijos se concentran en sectores de altos ingresos, mientras la clase media, el verdadero motor de la economía local, se queda atrás.
La realidad que nos preocupa: la clase media se contiene, la clase baja se adelanta
Aquí es donde el tema se pone serio. En Chihuahua, los sectores más bajos enfrentan uno de los índices más altos de embarazo adolescente a nivel nacional. Este fenómeno representa un obstáculo enorme para el desarrollo social y económico. Jóvenes que podrían estar terminando su educación o emprendiendo proyectos, se ven obligados a asumir responsabilidades que, en muchos casos, no planearon.
Por otro lado, la clase media, que debería estar impulsando el crecimiento poblacional y económico, no está teniendo hijos a un ritmo sostenible. Los salarios no alcanzan, el costo de vida sube y, ante la falta de políticas públicas de apoyo, la familia grande se convierte en un sueño inalcanzable.
¿Qué hacemos? porque el futuro nos va a alcanzar
Aquí no se trata únicamente de números o estadísticas. Estamos hablando del futuro de Chihuahua. Un futuro que se pone en riesgo si no logramos crear condiciones para que la clase media vea en la formación de una familia una opción viable, no una carga financiera.
Podemos aprender de modelos exitosos. Noruega, por ejemplo, ha demostrado que invertir en licencias parentales, guarderías públicas de calidad y programas de apoyo familiar puede marcar la diferencia. Aunque su contexto es distinto, el principio es claro: cuando tener hijos deja de ser un riesgo económico, la sociedad prospera.
Chihuahua necesita apostar por su gente
El bono demográfico es una ventana de oportunidad que no estará abierta para siempre. Si no impulsamos a nuestra clase media a crecer, Chihuahua enfrentará un escenario donde una población envejecida y una juventud sin oportunidades frenarán el desarrollo económico.
¿Qué necesitamos?
• Políticas públicas que apoyen la crianza y la educación.
• Acceso a empleos bien remunerados que permitan a las familias planear su futuro.
• Programas efectivos para reducir el embarazo adolescente, ofreciendo alternativas reales a las y los jóvenes.
Tener familia no debería ser un lujo
En Chihuahua, formar una familia no debería ser una cuestión de clase social. Necesitamos un entorno donde las decisiones familiares se basen en sueños y aspiraciones, no en temores económicos.
El reto está sobre la mesa: impulsar una ciudad donde todos, sin importar su nivel socioeconómico, puedan tener acceso a una vida digna y plena. Porque al final del día, el desarrollo de Chihuahua se construye con personas. Con familias que sueñan, que crecen y que creen en el futuro.
¿Estamos listos para construir ese Chihuahua?
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