Por Jorge Cruz Camberos
El anuncio del presidente Trump sobre la imposición de aranceles del 25% a la importación de automóviles y autopartes sacudió al sector automotriz mundial, y México no es la excepción. Pero, ¿es esto una amenaza o una oportunidad disfrazada? Para Chihuahua, claramente es lo segundo.
Aunque la medida busca proteger la “seguridad nacional” de EE.UU., la realidad es que afecta directamente a las cadenas de valor que hemos construido durante décadas entre ambos países. A pesar de ello, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ofrece una tabla de salvación: se contemplan excepciones y márgenes de maniobra para productos con alto contenido regional, lo que puede mitigar el impacto si jugamos bien nuestras cartas.
Chihuahua: más fuerte de lo que se cree
Chihuahua ha demostrado ser uno de los estados más sólidos del país en manufactura automotriz y autopartes. Empresas como Ford, Lear, Jabil y muchas más han confiado en nuestro talento y capacidad. Esta nueva política comercial puede acelerar un fenómeno positivo: el fortalecimiento del contenido nacional en nuestras exportaciones.
Hoy más que nunca se vuelve urgente impulsar proveeduría local, encadenamientos productivos y procesos de innovación. Si los autos y autopartes con alto contenido estadounidense y mexicano pagan menos aranceles, entonces ¡hagamos más de esos!
El reto se transforma en impulso
Este contexto representa una oportunidad para que Chihuahua sea líder en la reconversión industrial. Hay que apostar por atraer nuevas inversiones, reforzar la formación técnica y profesional, y empujar con fuerza los incentivos para empresas que decidan producir más en casa.
El mensaje es claro: el modelo de bajo costo ya no es suficiente. Necesitamos ser competitivos, innovadores y rápidos. Si lo hacemos bien, no solo resistiremos este embate, sino que saldremos más fuertes, más preparados y más valiosos para el mundo.
Chihuahua está listo. El futuro no se espera… se construye.