Top 5 Esta semana

Conoce nuestra revista impresa

México en el mercado global: desafíos y oportunidades estratégicas

Ricardo Huerta

México ante los retos del mercado global: entre dragones y águilas

En un mundo cada vez más interconectado, las dinámicas del mercado global se mueven a una velocidad vertiginosa, moldeadas por tensiones geopolíticas, cambios tecnológicos y transformaciones profundas en las cadenas de suministro. Para México, la posición geográfica y la amplitud de sus relaciones comerciales representan tanto una gran oportunidad como un desafío estratégico. En este escenario, su relación económica con Estados Unidos —su socio histórico— y con China —el gigante asiático que redefine las reglas del comercio internacional— se vuelve un eje crucial para su desarrollo económico y su posicionamiento en el mundo.

Estados Unidos: Socio estratégico, pero volátil

Hoy, ante un nuevo T-MEC, la relación de México con Estados Unidos sigue siendo central: más del 80% de las exportaciones mexicanas tienen como destino el vecino del norte. Sin embargo, esta dependencia también implica vulnerabilidad. Las decisiones políticas en Washington —ya sean aranceles, medidas migratorias o subsidios a industrias estratégicas como la automotriz— impactan directamente en nuestra economía.

Frente a ello, México debe fortalecer su capacidad de negociación en el marco del T-MEC, defendiendo sus intereses sin antagonizar. Además, es fundamental aprovechar las ventajas del nearshoring, fenómeno que ha cobrado fuerza por la reconfiguración de cadenas de suministro globales. México, con su mano de obra calificada, cercanía geográfica y tratados de libre comercio, puede convertirse en un polo atractivo para empresas estadounidenses que buscan relocalizar operaciones fuera de Asia.

Los países comercian porque son diferentes entre sí, en tecnología, dotaciones o preferencias y pueden beneficiarse de ese comercio si cada uno produce y vende lo que sabe hacer relativamente mejor. México tiene esa posibilidad, pero requiere voluntad política y visión estratégica.

China: Un socio complejo, pero necesario

Por otro lado, China representa un reto completamente distinto. Es nuestro segundo socio comercial, pero la relación es profundamente asimétrica: México importa muchísimo más de lo que exporta. La presencia de productos chinos ha afectado a sectores manufactureros nacionales, mientras que nuestras exportaciones encuentran múltiples barreras para acceder al mercado chino.

Sin embargo, ignorar a China no es opción. México debe construir una estrategia de mediano y largo plazo que le permita negociar de manera más efectiva, diversificar sus exportaciones y aprovechar la demanda creciente del mercado chino en sectores donde tiene ventajas comparativas —como el agroalimentario, el turismo y ciertos nichos tecnológicos.

México debe asumir la lógica de que China no es un enemigo, es un competidor más con el que hay que aprender a negociar de manera estratégica y construir una relación basada en intereses claros, reciprocidad y monitoreo constante de su impacto local.

Diversificar o depender: La expansión comercial como política de Estado

Uno de los errores históricos de la política exterior económica mexicana ha sido la excesiva dependencia de un solo socio comercial. Si bien la cercanía con Estados Unidos es una ventaja competitiva indiscutible, el actual contexto internacional —caracterizado por rivalidades geopolíticas, proteccionismo y fragmentación económica— exige una estrategia más diversificada e inteligente.

México debe mirar con mayor profundidad hacia nuevas regiones del mundo, ampliando y consolidando su red de tratados comerciales. El objetivo no es sustituir a Estados Unidos o China, sino equilibrar la balanza, reducir riesgos y acceder a mercados complementarios. ¿Cuáles son estos destinos estratégicos?

Regiones económicas como la Unión Europea, en donde la modernización del acuerdo global México-UE es una oportunidad clave. Europa representa un mercado con alto poder adquisitivo, apetito por productos orgánicos, tecnológicos y sostenibles, y una fuerte apuesta por energías limpias. Esa es la Europa con la que México debe profundizar su relación.

En el Sudeste Asiático con países como Vietnam, Indonesia, Malasia y Filipinas que están creciendo rápidamente y desplazando parte de la manufactura que antes se concentraba en China. El Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífica (TIPAT) brinda una plataforma ideal para intensificar estas relaciones y posicionar a México como un actor competitivo en Asia.

Por supuesto en América Latina, aunque compartimos historia, cultura e idioma con gran parte de la región, el comercio intra-latinoamericano sigue siendo bajo. Retomar la Alianza del Pacífico, establecer corredores logísticos con Sudamérica y promover la integración energética con Centroamérica son apuestas urgentes y viables.

Entre dos gigantes y muchos aliados: ¿Cómo avanzar?

México no puede ni debe elegir entre China y Estados Unidos. Debe, en cambio, fortalecer su soberanía económica diversificando sus relaciones comerciales y desarrollando una política exterior activa que combine pragmatismo económico con visión estratégica. Esto implica:

Apostar por la innovación y el valor agregado: No basta con ensamblar productos; es necesario generar conocimiento, tecnología y marcas propias que permitan competir en los mercados globales.

Fortalecer la diplomacia económica: Las embajadas y consulados mexicanos deben actuar como verdaderas oficinas de promoción comercial, identificando oportunidades, atrayendo inversión y resolviendo conflictos en tiempo real.

Impulsar el comercio regional y con otras potencias emergentes: América Latina, Europa y Asia ofrecen oportunidades que aún están subexplotadas. Diversificar es protegerse.

Invertir en infraestructura logística e integración energética: La competitividad mexicana depende también de su capacidad para mover mercancías eficientemente y contar con energía limpia y asequible.

Como dijo recientemente Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la Organización Mundial del Comercio: “Los países que diversifican sus alianzas y se adaptan a los cambios estructurales del comercio global son los que estarán mejor posicionados para prosperar en tiempos de incertidumbre”.

En resumen, los retos del mercado global no son menores, pero México tiene las herramientas para afrontarlos. La clave está en no improvisar, sino construir una política económica exterior con visión, resiliencia y claridad sobre los intereses nacionales. En el tablero internacional, quien no define su lugar, se convierte en ficha. México tiene el talento, la posición geográfica y la diplomacia necesaria para ser jugador.