En estos días donde cada movimiento de Washington parece sacado de una serie de drama político, se anunció un nuevo “acuerdo comercial” entre Estados Unidos y el Reino Unido. Aunque suena a gran jugada diplomática, en realidad es un acuerdo parcial, sin muchos detalles, pero que manda un mensaje importante: la política exterior de EE.UU. sigue usando el comercio como ficha de poder.
Lo que se sabe hasta ahora:
• Reino Unido podrá exportar hasta 100,000 autos a EE.UU. con un arancel del 10% (antes se hablaba de subirlo hasta 27.5%). Esto le cae como anillo al dedo a marcas de lujo como Aston Martin y Range Rover.
• Partes de avión y motores de Rolls-Royce entrarán libres de tarifas. A cambio, una aerolínea británica comprará aviones Boeing por 10 mil millones de dólares.
• Se habla de eliminar aranceles sobre acero y aluminio británico, aunque EE.UU. no lo ha confirmado del todo. Todavía hay mucha ambigüedad.
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¿Qué no queda claro todavía?
Los sectores de tecnología avanzada, farmacéuticos o servicios digitales siguen fuera del mapa. Ni una palabra concreta sobre computación cuántica, impuestos a gigantes tech o apertura digital. Tampoco hay señales claras sobre cómo podría evolucionar este acuerdo hacia algo más formal o integral.
¿Y a México qué le importa?
Aunque el Reino Unido no es ni de cerca uno de los principales socios comerciales de EE.UU. (apenas representa el 2.9% del intercambio total), este tipo de movimientos indican por dónde puede ir el tono comercial estadounidense. Para México, que sí es el socio número uno, es una señal de alerta: Washington está dispuesto a negociar de forma selectiva, sector por sector, y sin seguir necesariamente un esquema multilateral.
¿Qué podemos esperar?
México debe estar listo. Si este tipo de acuerdos bilaterales se vuelven la norma, podríamos ver presiones sobre el T-MEC, ajustes en las reglas del juego para la industria automotriz o incluso nuevas exigencias en materia agrícola, energética o tecnológica.
El mensaje está claro: el comercio internacional está entrando en una etapa más política y menos estructurada. México, con su peso en el mercado norteamericano, tiene una oportunidad única para jugar un rol activo. Pero hay que estar listos para defender intereses… y para innovar.