Por Jorge Cruz Camberos
En las calles de Chihuahua capital, es cada vez más común ver a parejas jóvenes paseando a sus perros en carriolas, celebrando sus cumpleaños con pasteles personalizados o llevándolos a spas caninos. Este fenómeno, conocido como “perrhijos”, refleja un cambio cultural significativo en la ciudad.
Una ciudad que prefiere ladridos a llantos
La tendencia de optar por mascotas en lugar de hijos no es exclusiva de Chihuahua, pero aquí ha encontrado terreno fértil. Factores como la búsqueda de independencia, la estabilidad emocional que brindan las mascotas y los costos asociados a la crianza de hijos han llevado a muchos jóvenes a elegir a los perros como compañeros de vida.
Perrhijos: amor, independencia y menos estrés financiero
Tener un hijo en México cuesta en promedio entre 1 y 3 millones de pesos desde el nacimiento hasta los 18 años. Y eso sin contar universidad. Ahora súmale la inestabilidad laboral, el costo de la vivienda, y la falta de políticas públicas robustas de apoyo familiar. ¿Resultado? Muchos millennials y centennials simplemente no lo ven viable.
En contraste, los perros ofrecen compañía, estabilidad emocional y cierto sentido de “familia”, pero con mucho menos gasto (aunque con sus propios lujos: desde hoteles boutique hasta fiestas de cumpleaños con cupcakes y piñata).
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El auge de la industria pet friendly
Este cambio ha impulsado el crecimiento de la industria de productos y servicios para mascotas en la ciudad. Desde alimentos premium hasta guarderías caninas, grooming, accesorios y más, el mercado ha respondido a la creciente demanda de los “pet parents”. A nivel nacional, la industria de alimentos balanceados para animales ya genera más de 230 mil empleos directos e indirectos.
Implicaciones económicas
Corto plazo: Oportunidades claras para emprendedores y marcas. Quien entienda la emocionalidad detrás del vínculo humano-perro puede generar productos y servicios con alto valor agregado.
Mediano plazo: El consumo se va transformando: menos gasto en productos infantiles, más en experiencias, mascotas, bienestar y tecnología. Además, los cambios en la estructura familiar modificarán las prioridades en vivienda, transporte y servicios urbanos.
Largo plazo: La baja natalidad representa un desafío serio. Con menos jóvenes, se reduce la fuerza laboral futura. Esto presiona los sistemas de pensiones y salud, y genera una bomba de tiempo demográfica. Eventualmente, México deberá considerar incentivos a la natalidad o políticas migratorias más abiertas para mantener su dinamismo económico.
Testimonios locales
Para entender mejor esta tendencia, conversamos con algunos residentes de Chihuahua capital:
• Ana López, 29 años, diseñadora gráfica: “Mi esposo y yo decidimos no tener hijos por ahora. Nuestro perrito Max es como nuestro hijo; lo llevamos a todos lados y celebramos su cumpleaños cada año”.
• Carlos Méndez, 34 años, emprendedor: “Invertimos en la salud y bienestar de nuestra perrita Luna. Es parte de la familia y merece lo mejor”.
• María Torres, 31 años, maestra: “Adoptar a Rocky fue una de las mejores decisiones. Nos ha enseñado sobre responsabilidad y amor incondicional”.
¿Qué sigue para Chihuahua capital?
La ciudad se encuentra en un punto de inflexión donde las decisiones individuales están moldeando su futuro demográfico y económico. Es esencial que las políticas públicas y las iniciativas privadas consideren estas tendencias para adaptarse y aprovechar las oportunidades que presentan.
Porque sí, adoptar un perrito también es una decisión política y económica.