Chihuahua ha perdido miles de millones por no tratar al cine como negocio. Sin incentivos ni estrategia, la industria fílmica sigue sin despegar.
En el mundo de los negocios, la incompetencia tiene un costo. Y en Chihuahua, ese costo se mide en miles de millones de pesos que nunca se generan. Hablar de industria cinematográfica en el estado ha sido, hasta ahora, un ejercicio de retórica vacío. Se repiten los discursos, se presentan propuestas aisladas, pero la realidad es que Chihuahua nunca ha entendido que el cine no es sólo cultura: es un negocio. Y un negocio extremadamente rentable si se maneja adecuadamente.
El problema fundamental es que Chihuahua sigue pensando en la industria cinematográfica como un vehículo cultural, ignorando por completo su potencial económico. No existe un marco regulatorio que facilite la inversión privada, no hay infraestructura adecuada y, sobre todo, no se ha entendido que este es un asunto que debe ser gestionado y financiado de manera coordinada entre la Secretaría de Cultura y la Secretaría de Economía.
El error conceptual
Durango entendió algo que Chihuahua no: el cine puede ser un motor económico de alto impacto. Antes de que Durango se consolidara como el referente del western en México, fue Chihuahua quien recibió a John Wayne para filmar Hondo (1953) en Camargo y San Francisco de Conchos. Wayne eligió Chihuahua por sus paisajes naturales que complementaban perfectamente la narrativa de su película.
Sin embargo, a diferencia de Durango, Chihuahua nunca ofreció incentivos, infraestructura o siquiera un interés claro por capitalizar esta oportunidad. Mientras Durango desarrolló un esquema que facilitaba permisos, ofrecía incentivos y generaba confianza en la inversión, Chihuahua dejó que la oportunidad se esfumara.
Después de Hondo, Wayne regresó a México, pero esta vez a Durango, atraído por la infraestructura y facilidades que ahí se ofrecían. En las siguientes décadas, Durango se consolidó como la capital del western en México, mientras que Chihuahua nunca volvió a recibir producciones de esa envergadura con regularidad.
Nuevo México aplicó la misma lógica cuando se consolidó como un destino fílmico tras el éxito de Breaking Bad (2008-2013). La serie no sólo generó más de 75 millones de dólares en derrama económica directa, sino que transformó a Albuquerque en un destino turístico de primer nivel, con al menos 250,000 visitantes anuales interesados en recorrer las locaciones icónicas de la serie
El patrón se repite: las ciudades que entienden el cine como un negocio, no como un lujo cultural, se benefician económicamente de manera tangible y constante.
Políticas públicas defectuosas
El marco legal de Chihuahua es un desastre para la industria cinematográfica. La Ley para el Fomento de la Actividad Cultural Fílmica está diseñada desde un ángulo que prioriza la cultura sobre la industria. Este error conceptual se refleja en el incentivo fiscal EKA Naweame, que aunque bien intencionado, no fue diseñado como un catalizador efectivo para la industria cinematográfica porque no está diseñado exclusivamente para cine, sino para todas las artes.
Al ser un programa que debe atender a múltiples disciplinas artísticas, los recursos se distribuyen de manera dispersa y no se enfocan en generar un impacto económico claro. Esto convierte al EKA Naweame en un programa que apoya proyectos culturales menores, pero que nunca será suficiente para detonar una industria cinematográfica sólida.
Pero el problema no termina ahí. Aunque la ley estipula la creación de una Comisión Fílmica, esta nunca se decretó adecuadamente y no opera bajo un marco legal efectivo. Y aunque los funcionarios encargados tienen la intención de hacer un buen trabajo, no cuentan con las herramientas necesarias, el presupuesto adecuado ni un esquema estratégico para atraer producciones de gran escala.
Además, la Comisión Fílmica de Chihuahua debe ser manejada por expertos con experiencia en producción cinematográfica, con un conocimiento real de cómo funcionan las comisiones fílmicas en otros estados o países y con la capacidad operativa para competir con otros destinos que ya entienden al cine como una industria.
¿Por qué no hay inversión privada?
Las industrias creativas son altamente rentables cuando se gestionan adecuadamente. Pero ningún inversionista pondrá su dinero en un proyecto que no garantiza retornos claros. ¿Dónde están los incentivos fiscales exclusivos para cine? ¿Dónde está la infraestructura necesaria? ¿Dónde están las garantías legales que aseguren que una producción pueda llevarse a cabo sin complicaciones burocráticas absurdas?
La realidad es que Chihuahua no ha hecho nada para atraer inversión privada, y mientras no existan políticas públicas diseñadas específicamente para cine, cualquier intento por desarrollar la industria seguirá siendo un esfuerzo mal dirigido.
¿Qué se debe hacer?
Si Chihuahua quiere competir, necesita aplicar un modelo económico probado, no una política cultural improvisada. La inversión inicial debe ser clara y con objetivos específicos.
- Reestructurar la Comisión Fílmica: Debe ser un organismo independiente dirigido por un profesional con experiencia comprobada en la industria cinematográfica. La burocracia debe ser eliminada y se deben otorgar herramientas y presupuesto adecuado a los encargados.
- Implementar Incentivos Fiscales Exclusivos para Cine: Ofrecer devoluciones fiscales que representen entre 10% y 15% del gasto total realizado en el estado. Este es el estándar global para atraer producciones de alto nivel.
- Construir Infraestructura Especializada: Invertir con un enfoque inicial en la creación de un foro de filmación básico y campañas de promoción que posicionen a Chihuahua como un destino atractivo para producciones nacionales e internacionales.
- Coordinar Esfuerzos entre Cultura y Economía: Esto no puede ser un proyecto exclusivo de Cultura. La Secretaría de Economía debe involucrarse directamente para garantizar que existan incentivos reales y atractivos para la inversión privada.
- El cine es un negocio. Quien no lo entiende, se queda fuera de la competencia. Chihuahua tiene el potencial para convertirse en un referente cinematográfico nacional e internacional, pero sólo si se le trata como lo que es: una industria.
Los empresarios que entiendan esta realidad se llevarán la mejor parte del pastel. Los políticos que no lo comprendan, simplemente seguirán desperdiciando oportunidades. ¿Estamos listos para actuar o preferimos seguir hablando?
La derrama económica potencial derivada de producciones en Chihuahua podría alcanzar los $979 millones de pesos en publicidad indirecta y $1,613 millones de pesos en impacto económico directo si se implementaran adecuadamente incentivos fiscales y se mejorará la infraestructura existente. – Alderete y socios (2016)