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Antonio Ríos Ramírez: la mente brillante que sembró futuro

Chihuahua perdió a uno de sus grandes arquitectos del pensamiento estratégico y social: el Dr. Antonio Ríos Ramírez. Con su partida no sólo se apaga una mente lúcida, rigurosa y generosa, sino también una presencia que marcó —con profundidad y constancia— el desarrollo económico, educativo y empresarial de nuestra entidad.

El Dr. Ríos no fue un académico común ni un empresario más: fue un erudito moderno, un visionario que supo navegar y conectar dos mundos que rara vez se abrazan tan naturalmente —el saber y la acción, la teoría y la trinchera, el aula y la empresa—. Su legado es tan vasto como preciso, tan humano como estratégico.

El sembrador de líderes

Quienes hoy ocupan puestos clave en cámaras empresariales, gobiernos, universidades o corporativos, seguramente en algún momento se toparon con su influencia. Ya sea como director de RIOS CONSULTORES, como mentor, como consejero, como ponente o como maestro. Fue un verdadero formador de líderes con visión sistémica y ética.

Su paso por el Tecnológico de Monterrey, Campus Chihuahua, fue emblemático. Allí no sólo dirigió proyectos de gran calado, como el Instituto de Emprendimiento Eugenio Garza Lagüera (IEEGL) o el Parque de Innovación y Transferencia de Tecnología (PIT2), sino que también tejió redes de vinculación entre la academia, el empresariado y el sector público. Y lo hizo antes de que fuera tendencia.

Pero más allá de los cargos, lo que dejó huella fue su manera de enseñar. Era un maestro en el sentido más completo de la palabra: sabía inspirar, incomodar, retar, pero sobre todo, acompañar. Sus clases no se quedaban en el pizarrón; trascendían a la vida real, al diseño de negocios, al fortalecimiento institucional, a la toma de decisiones con propósito.

Un sabio con hambre de futuro

Graduado como ingeniero en 1977, Antonio Ríos nunca dejó de estudiar. Pareciera que cada vez que dominaba un tema, abría otro frente. Obtuvo una maestría en Investigación de Operaciones por la UNAM, una MBA en la SUNY, un doctorado en Administración por el Tec de Monterrey y la Universidad de Houston. Luego vinieron más: maestrías en Gestión Pública, Innovación y Emprendimiento, Humanismo Digital, Tecnologías Educativas… y al momento de su fallecimiento, cursaba una más: Inteligencia Artificial Aplicada.

¿Quién estudia cinco maestrías después de los 60? Alguien con una mente curiosa hasta el último día, con la humildad de quien sabe que el conocimiento nunca se agota.

Sus certificaciones internacionales por Babson College, su participación en redes globales como el Decision Science Institute o la American Society for Quality Control, daban cuenta de su estándar profesional: riguroso, internacional, actualizado. Siempre un paso adelante.

Un ejecutivo con propósito

Pero Antonio no vivía entre libros ni encerrado en oficinas. Siempre tuvo un pie en el terreno. Fue vicepresidente de CANACINTRA Chihuahua, presidente nacional de la Confederación de Ejecutivos de Ventas y Mercadotecnia, y consejero de organismos clave en el ecosistema de desarrollo económico y social. Era un convencido de que la empresa tiene una responsabilidad social, y que el crecimiento económico debe venir acompañado de valores, transparencia y equidad.

Ese compromiso fue reconocido en 2010 con el Premio al Mérito Ciudadano “Benito Juárez”, y más recientemente, con su designación como integrante de la Comisión de Selección del Comité Estatal de Participación Ciudadana del Sistema Estatal Anticorrupción. Su voz era respetada, su integridad incuestionable.

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El legado que se queda

Hablar del Dr. Antonio Ríos es hablar de una brújula. No sólo enseñó a resolver problemas complejos; enseñó a mirar más allá del Excel y del KPI, a construir futuro con ética, estrategia y compasión. Quienes trabajaron a su lado recuerdan su respeto absoluto por las ideas ajenas, su paciencia para explicar, su oído atento. Nunca buscó reflectores, pero alumbró a todos.

Su obra no está solo en sus publicaciones, sus cargos o sus títulos; está en las personas que ayudó a formar, en los proyectos que echó a andar, en las instituciones que fortaleció con visión y corazón.

Hoy, el sector empresarial, académico y social de Chihuahua pierde a un referente, pero gana una responsabilidad: honrar su legado con acciones, con inteligencia, con ética. Continuar su obra es, quizás, la mejor manera de despedirlo.

Descanse en paz, Dr. Antonio Ríos Ramírez. Chihuahua fue mejor gracias a usted. Y gracias a usted, puede seguir siéndolo.