Una llegada con bombo, platillo… y promesas millonarias
En 2017, Shell entró con fuerza al mercado gasolinero mexicano, prometiendo revolucionar el panorama con una inversión de mil millones de dólares y una meta clara: abrir 1,500 estaciones de servicio para 2025. ¿La visión? Capturar el 15% del mercado nacional, apostando por una red de estaciones modernas, tecnología de punta y combustibles premium. Y claro, en ese entonces sonaba bastante realista: el mercado se estaba abriendo, los consumidores buscaban nuevas opciones y Shell llegaba con el respaldo de ser un gigante energético global.
¿Y cómo vamos en 2025? Spoiler: no como se esperaba
Según datos recientes de Petrointelligence, Shell es hoy la octava marca más usada en México, con apenas 214 estaciones de servicio. Sí, mucho más lejos de las 1,500 prometidas. Para ponerlo en perspectiva, Pemex sigue siendo el rey del combustible con 8,697 estaciones, aunque en esa cifra se suman también franquicias como Oxxo Gas (562) y Petro Seven (287), que siguen operando bajo el paraguas de la petrolera nacional.
Aunque 214 estaciones no son pocas, representan apenas un pequeño bocado del mercado mexicano. Las razones pueden ser muchas: competencia feroz, temas regulatorios, cambios económicos, pandemia de por medio, y una preferencia que, en muchos estados, sigue inclinándose por lo conocido: Pemex.
Entre promesas, realidades y lo que sigue
Shell no ha desaparecido del mapa —ni tiene pinta de hacerlo—, pero su expansión ha sido mucho más lenta de lo que imaginó. Su presencia está concentrada sobre todo en zonas urbanas y corredores estratégicos, donde sí ha logrado posicionarse con una imagen más premium. Eso sí, la ambición inicial quedó en el aire. Este año, el objetivo era alcanzar las 1,500 estaciones suena prácticamente imposible.
¿Y qué significa esto para México? Pues que el mercado gasolinero sigue siendo un terreno difícil de conquistar, incluso para las grandes ligas internacionales. La apertura del sector trajo competencia, sí, pero también mostró que ganar la confianza de los consumidores mexicanos es una carrera de resistencia, no de velocidad.
Finalmente, Shell llegó con fuerza, pero la realidad del mercado la obligó a pisar el freno. Aun así, su presencia sigue marcando una diferencia en algunas zonas del país y nos recuerda que, en México, hasta las marcas más grandes tienen que ganarse cada litro.