Por Jorge Cruz Camberos
En abril pasado, China tomó una decisión que encendió las alarmas en toda la industria automotriz global: detuvo la exportación de imanes de tierras raras a EE.UU.. Para muchos, esto sonó como un detalle técnico sin mayor importancia. Pero para los fabricantes de Vehículos Eléctricos (EVs), fue como cortarles la corriente.
Esos imanes, hechos con minerales exóticos como neodimio y disprosio, son esenciales para que los motores eléctricos funcionen a altas temperaturas. En otras palabras: sin esos imanes, tu coche eléctrico no avanza, ni prende las luces.
La guerra invisible: autos, energía limpia y geopolítica
Estados Unidos, en su afán por reducir su dependencia de China y reforzar su industria, impuso nuevos aranceles. China respondió cerrando el grifo. El resultado: fábricas como la de Ford en Chicago cerraron temporalmente, mientras los ingenieros buscan alternativas.
Las opciones que manejan las armadoras no son nada atractivas:
• Fabricar los motores en China (y lidiar con más aranceles).
• Regresar a tecnologías más viejas, menos eficientes y más caras.
Y mientras eso pasa en Detroit y Berlín… México tiene lo que todos están buscando. Pero aún no lo aprovecha.
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¿Y México? Sentado sobre una mina… literal
Nuestro país tiene yacimientos confirmados de tierras raras en Sonora, Coahuila, Oaxaca y más, y hay proyectos como el de Jemi en Coahuila que han reportado alta concentración de minerales clave. Pero aún no existe una explotación significativa.
¿Por qué?
• Falta de tecnología: El procesamiento de estos materiales es complicado y caro.
• Leyes confusas: La legislación minera actual no incentiva ni facilita este tipo de proyectos.
• Dominio chino: Con un 70% de la producción y casi el 100% del refinado, competir es difícil sin una estrategia nacional.
La gran jugada que México podría liderar
La crisis de suministros global abre una ventana única para México. No se trata sólo de extraer minerales, sino de construir una cadena de valor propia que incluya:
• Procesamiento local.
• Fabricación de componentes clave.
• Vinculación con la industria automotriz nacional y regional.
• Alianzas con socios estratégicos como EE.UU. y Canadá.
El objetivo no debe ser exportar el mineral en bruto, sino convertirnos en el socio confiable que Norteamérica necesita para su transición energética.
Conclusión: no es minería, es soberanía tecnológica
México tiene la oportunidad de dejar de ser un simple espectador y convertirse en un jugador clave en la nueva economía verde. No sólo se trata de minerales. Se trata de generar empleo, atraer inversión, fortalecer la industria nacional y posicionarnos como parte de la solución a una de las crisis más urgentes del siglo XXI.
La pregunta es: ¿vamos a dejar pasar el tren de la historia otra vez?
¿Qué opinas? ¿Debe México meterse de lleno al juego de las tierras raras? Cuéntanos en los comentarios o en nuestras redes con el hashtag #MineralesMX.México y las tierras raras: la oportunidad que podría cambiar nuestro lugar en el mundo