Una alianza que nació con intención social
En las regiones más apartadas de Chihuahua, donde los caminos se difuminan entre cerros y las oportunidades escasean, un gesto solidario puede cambiarlo todo. Isuzu, la empresa japonesa conocida por sus vehículos industriales, dio un paso más allá de sus líneas de producción y decidió llevar un recurso mucho más vital que el transporte: agua potable.
La historia comienza con un acercamiento genuino. No fue la asociación quien tocó puertas, sino la misma gente de Isuzu quien se interesó en colaborar. “Nos buscaron directamente, sabiendo que teníamos trabajo activo en la sierra y una trayectoria de más de 15 años”, comparte Samuel Figueroa García, director de zona rural en la asociación Comunidad y Familia. Así nació una colaboración con causa.
El proyecto “Gotas de vida” cobra fuerza en Rocheachi
Gracias a esta donación de tinacos de gran capacidad, se está reforzando el programa Gotas de Vida, una iniciativa que busca llevar agua potable directamente a las viviendas de familias en localidades de alta y muy alta marginación, particularmente en la comunidad de Rocheachi, municipio de Guachochi.
El impacto no es menor. Muchas de estas familias apenas logran recolectar 20 litros de agua al día, y eso con esfuerzo: algunos caminan entre 4 y 5 horas para conseguirla. En temporadas de sequía, la situación se vuelve crítica. Con los tinacos instalados en cada hogar, ahora podrán contar con reservas constantes durante todo el año.
“Que una familia tenga un sistema de almacenamiento les cambia la vida. Ya no tienen que caminar kilómetros; ahora simplemente abren una llave”, explica Samuel. Esta frase resume el alcance real del proyecto: ahorro de tiempo, mejora en la salud, y una nueva dignidad para cientos de personas.
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Tres pilares para reconstruir la vida rural
Comunidad y Familia no trabaja solo en temas hídricos. Desde hace más de una década, su enfoque se estructura en tres pilares fundamentales:
- Abasto de agua: con proyectos como “Gotas de Vida”, garantizan el acceso constante al líquido vital.
- Producción de alimentos: apoyo técnico y de infraestructura para el cultivo y autoconsumo.
- Fortalecimiento familiar: acompañamiento psicosocial, capacitación y formación para el desarrollo comunitario.
Esta estructura permite que las familias no solo reciban un beneficio aislado, sino que entren en un ecosistema de desarrollo integral, diseñado desde la raíz.

Lo que representan las alianzas para las comunidades rurales
El caso de Isuzu no es solo una donación aislada, es una muestra clara de cómo las alianzas público-privadas pueden marcar una diferencia profunda. “Este tipo de colaboraciones nos permite llegar a más localidades. El recurso siempre es limitado, pero con apoyo externo podemos escalar”, destaca Samuel.
Las zonas rurales como Guachochi viven en condiciones de aislamiento, no solo geográfico, sino también institucional. Por eso, que una empresa se involucre directamente y propicie soluciones reales, abre un camino de esperanza para muchas otras organizaciones que buscan hacer lo mismo.
Además, hay una oportunidad estratégica: más de 10 municipios en la Sierra Tarahumara enfrentan problemas similares. El éxito de este modelo puede ser un precedente replicable para otras regiones del país.
Rocheachi, un símbolo de lo que se puede lograr
La comunidad de Rocheachi, donde se concentra actualmente el proyecto, es solo un ejemplo. Ahí se están sentando las bases para demostrar que cuando se trabaja en conjunto —empresas, asociaciones y comunidad— sí se puede romper el ciclo de marginación.
“Invitamos a más empresas a sumarse. Nosotros seguimos buscando donadores y aliados, porque la necesidad es enorme. Lo que hizo Isuzu es solo el comienzo”, finaliza Samuel, con la voz de alguien que ha aprendido que la constancia vence la distancia.