En un movimiento que podría sacudir los cimientos de la industria automotriz global, el expresidente Donald Trump ha anunciado un arancel del 25% sobre la importación de autos y autopartes. Aunque lo presenta como una estrategia para “proteger empleos americanos”, la realidad es mucho más compleja, especialmente para México y para el bolsillo de millones de consumidores.
Tesla: el único claro ganador
La compañía de Elon Musk, Tesla, podría ser la gran beneficiada. ¿La razón? Produce el 100% de sus autos dentro de Estados Unidos. Aun así, entre el 25% y 40% de sus partes provienen de México, por lo que no saldrá ilesa. Sin embargo, frente a sus competidores, Tesla tiene una ventaja significativa.
¿Y los demás? Malas noticias.
Las grandes automotrices de Detroit —Ford, General Motors y Stellantis— no están tan protegidas como parecen. Ford fabrica el 80% de sus autos en EE.UU., pero sigue dependiendo de partes extranjeras. GM y Stellantis (Chrysler, Jeep, Dodge, Ram) producen sólo la mitad de sus vehículos en suelo estadounidense.
Las marcas extranjeras como Volkswagen, Toyota, Kia y Hyundai, que tienen menor presencia productiva en EE.UU., enfrentarán el golpe más duro. Algunas ya han comenzado a subir precios, como Ferrari, que ensambla modelos en México y China.
¿Qué significa esto para ti?
Si estás pensando en cambiar de coche este año, prepárate. Según Goldman Sachs, los precios podrían subir entre 5 mil y 15 mil dólares. Esto no sólo afecta a quienes compran autos importados; también subirá el costo de modelos ensamblados en EE.UU. debido a la dependencia de partes extranjeras.
Impacto en México
México, como socio clave en el T-MEC, juega un rol central en la cadena de suministro automotriz de Norteamérica. Los aranceles podrían frenar inversiones, afectar empleos y golpear nuestras exportaciones. La respuesta del gobierno mexicano será crucial para proteger uno de nuestros sectores más estratégicos.
Aunque Trump busca fortalecer la industria automotriz estadounidense, sus aranceles podrían encarecer los autos, dañar la competitividad y generar tensiones comerciales globales. Para consumidores, trabajadores y empresarios de clase media, esto no es una buena noticia.

















