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Maratón de los Cañones: La economía del esfuerzo que se siente en Parque Barrancas

Parque Barrancas es uno de los escenarios naturales más imponentes del país. Sus alturas no solo impresionan: enseñan. Ahí, el paisaje no se mira desde lejos; se enfrenta con el cuerpo. Y pocos eventos lo demuestran tan claramente como el Maratón de los Cañones, que año con año convierte la sierra en un aula abierta sobre resistencia, identidad y sentido de comunidad.

Aunque el maratón se reconoce por su dureza, su origen no se encuentra en el deporte competitivo occidental. La raíz es Rarámuri. Para ellos, correr nunca fue espectáculo ni entrenamiento: fue —y sigue siendo— una forma de vivir. Correr es controlar la mente, sostener el ritmo, entender el territorio. Es diálogo con la montaña, no conquista.

Parque Barrancas no solo es sede geográfica de esta filosofía. Es su escenografía viva.
La altitud exige moderación.
El clima obliga a pensar antes de actuar.
La geografía recuerda que la fuerza sin inteligencia se derrota sola.

Y es justamente aquí donde la carrera se convierte en un motor económico distinto al turismo tradicional. No hablamos solo de hospedaje, transporte y servicios. Hablamos de una economía del esfuerzo, donde el valor nace del respeto: respeto al territorio, a la comunidad y al propio cuerpo.

Mientras muchos destinos turísticos alrededor del mundo apuestan por experiencias rápidas, consumo permanente y saturación, Parque Barrancas ofrece algo contrario: profundidad.

El maratón atrae visitantes que vienen no solo a ver, sino a aprender.
Corredores que llegan no a presumir distancias, sino a comprobarse ritmos.
Empresas y comunidades que pueden generar ingreso sin romper identidad.

El desafío para Chihuahua no es hacer crecer el evento, sino hacerlo crecer bien.
Sin convertirlo en espectáculo vacío.
Sin convertir a las comunidades en accesorios.
Sin desgastar al territorio que lo sostiene.

La lección es clara:

  • La resistencia es más valiosa que la velocidad.
  • La comunidad es más fuerte que la marca personal.
  • El territorio es socio, no recurso.

Parque Barrancas tiene la fuerza para convertirse en símbolo internacional de turismo que respeta, aprende y avanza al ritmo del ser humano. No porque sea “bonito”, sino porque tiene una filosofía detrás.

Y, en un país que suele aplaudir al que llega primero, la sierra recuerda algo más importante:

Llegar lejos es cuestión de ritmo, no de prisa.