El Parque Barrancas se alza majestuoso, y nosotros, los chihuahuenses, lo contamos. No solo como paisaje, sino como símbolo de identidad, historia y resiliencia. Cada cañón, cada sendero y cada vista forma parte de nuestra memoria colectiva y de la forma en que entendemos quiénes somos.
Hoy, cuando alguien habla de la Sierra Tarahumara, no se limita a admirar su belleza: reconoce nuestra narrativa. Los Rarámuri, su gente, su cultura, los eventos que surgen entre sus montañas, como el Maratón de los Cañones, todo eso forma un relato que nosotros ya vivimos y compartimos con orgullo.
El Parque Barrancas dejó de ser un fondo fotográfico para turistas: es protagonista de nuestra identidad. Sus alturas enseñan resistencia, su geografía nos recuerda la importancia de avanzar con ritmo y comunidad, y su historia nos inspira a liderar con visión y respeto por el territorio.
Nosotros, como chihuahuenses, hemos aprendido que contar nuestra montaña con precisión y emoción no es solo orgullo, sino también estrategia: fortalece la comunidad, genera valor económico y nos posiciona como guardianes de un patrimonio que merece ser entendido y celebrado.
Contar nuestra montaña ya no es una tarea pendiente: es una realidad que vivimos, compartimos y celebramos cada día. Y en cada relato, en cada experiencia, reafirmamos que Chihuahua no solo tiene paisajes impresionantes: tiene historia, cultura y un orgullo que nadie puede replicar.
















