Por Jorge Cruz Camberos
Algo se está moviendo en Estados Unidos: por primera vez en años, la tasa de obesidad bajó. ¿La razón? Además del clásico “comer mejor y moverse más”, entraron al juego unos medicamentos llamados GLP‑1, que han sacudido el tablero del peso, la salud y —por qué no decirlo— la economía.
Pero, ¿y nosotros en Chihuahua? ¿Qué estamos haciendo? ¿Qué podríamos hacer? Aquí va una radiografía rápida, sin rodeos, y con propuesta en mano.
Allá bajan… ¿y aquí cómo vamos?
Gallup acaba de soltar un dato que sorprendió a todos: la obesidad en adultos en EE.UU. cayó al 37 %, desde casi 40 % hace tres años. No es magia: es una mezcla de conciencia social, cambios en estilo de vida y el uso de medicamentos tipo GLP‑1 como Wegovy y Ozempic.
En México —y en particular en Chihuahua— el panorama aún está cuesta arriba:
• Tres de cada cuatro adultos tienen sobrepeso u obesidad.
• La diabetes tipo 2 sigue escalando y afectando cada vez a personas más jóvenes.
• En comunidades tarahumaras urbanas ya se han detectado niveles altos de obesidad y diabetes.
• Un estudio en más de 40 escuelas de Chihuahua capital mostró que este problema también está presente desde la infancia.
No hay que ir lejos: basta con asomarse a cualquier parque, escuela, trabajo o centro de salud para ver que esto nos está pasando ya.
Los GLP‑1 llegan… pero no son para todos
¿Y qué onda con los famosos medicamentos tipo GLP‑1 que están en todos los titulares? Pues sí: México ya los aprobó para tratar obesidad y sobrepeso con comorbilidades. De hecho, la versión especializada de semaglutida llegará en abril de 2025, según anunció el propio laboratorio.
Pero ojo:
• No son para todos. Requieren receta, diagnóstico y seguimiento médico.
• No reemplazan al ejercicio, ni a la buena alimentación.
• No serán baratos (al menos al principio).
Entonces… sí, pueden ayudar. Pero no podemos poner todas las fichas ahí.
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Chihuahua tiene con qué… y tiene por qué
A diferencia de otros estados, Chihuahua tiene ventajas estratégicas para dar la vuelta a esta crisis de salud:
• Tenemos territorio para moverse: sierra, parques, desiertos, valles.
• Nuestra comida puede ser aliada (sí, en serio): maíz, frijol, carne magra, chile, vegetales locales. Sólo hay que reducir lo ultraprocesado.
• Hay organizaciones civiles, universidades y gobiernos locales ya trabajando en prevención. Falta escalar, conectar, replicar.
• Y sobre todo: hay una comunidad fuerte, resiliente, trabajadora.
Y si armamos un plan local?
Aquí van algunas ideas que podrían activarse mañana mismo:
1. Escuelas como zona de acción: Menús saludables, clases activas, monitoreo de peso y salud sin estigmas.
2. Mercados más frescos: Fortalecer el acceso a alimentos de calidad en colonias populares y comunidades rurales.
3. Calles para moverse: Ciclovías, senderos seguros, parques vivos. Lo que se usa, se cuida.
4. Educación con sabor local: Que los mensajes de salud no suenen a “dictado de ciudad de México”, sino a voz del norte.
5. Acceso médico equitativo: Cuando lleguen los GLP‑1, asegurarse que no sean solo para quienes pueden pagar miles de pesos.
Última palabra
Chihuahua no necesita una moda pasajera. Necesita una estrategia. Porque detrás de cada estadística de obesidad o diabetes hay una historia: un padre que ya no puede jugar con sus hijos, una joven que deja de ir al parque por vergüenza, una abuela que depende de insulina para sobrevivir.
Podemos cambiar el rumbo. La pregunta es: ¿qué vamos a hacer hoy?
















