Mientras muchos estaban enfocados en la Euro o en el último álbum sorpresa de Bad Bunny, algo mucho más trascendente se cocinaba al sur del continente: la cumbre BRICS 2025 en Río de Janeiro. Este grupo de países emergentes —Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— recibió en esta edición a nuevos miembros como Emiratos Árabes, Irán y Egipto, dejando claro que el club quiere más miembros… y más voz en el orden económico mundial.
Pero, ¿qué tiene que ver esto con México? Más de lo que parece.
¿Qué pasa en BRICS?
El objetivo de BRICS no es nuevo, pero sí cada vez más relevante: construir un mundo menos centrado en EE. UU., con nuevas rutas comerciales, pagos en monedas locales, y un orden más multipolar. Hay discursos sobre desdolarización, un banco propio (el New Development Bank), y llamados a que el sur global deje de ser el “eterno proveedor de materias primas”.
Este año, sin embargo, hubo una gran ausencia: Xi Jinping, el líder chino, no asistió. ¿Por estrategia? ¿Por tensiones internas? Lo cierto es que su ausencia mandó un mensaje de que el bloque, aunque ambicioso, todavía no tiene una dirección 100% clara.
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Trump y la advertencia del norte
Por si fuera poco, justo cuando BRICS se posicionaba como alternativa, Donald Trump reapareció con su sello habitual: en su red Truth Social lanzó una advertencia directa a cualquier país que “se alinee con las políticas antiamericanas de BRICS”: +10% de arancel inmediato. Una amenaza con dientes, especialmente para economías como la mexicana, fuertemente vinculadas al mercado estadounidense.
México: entre el T-MEC y el mundo
Aquí es donde la conversación se vuelve interesante para nosotros. ¿Debe México mirar hacia BRICS y sus nuevos socios? Sí, pero con cabeza fría. Explorar nuevos mercados, conectarse con otras economías emergentes y reducir la dependencia del dólar es positivo. Nos abre oportunidades en tecnología, energía verde, e incluso acceso a financiamiento alternativo.
Pero no podemos olvidar algo clave: nuestra ventaja competitiva sigue en el norte
Estados Unidos representa más del 80% de nuestras exportaciones. Tenemos un tratado comercial de primer nivel (el T-MEC), cadenas de suministro integradas, y una complementariedad industrial que no se construye de la noche a la mañana. Nada, ni BRICS, ni la Unión Europea, ni Asia nos ofrece hoy lo que representa esa conexión.
Entonces, ¿qué sí podemos hacer?
Pensémoslo así: el futuro no se trata de elegir entre un bloque u otro, sino de aprender a jugar en varios tableros al mismo tiempo.
• Diversificar, sí: aprovechar relaciones con países BRICS para comercio bilateral, innovación energética, o acceso a fondos alternativos.
• Profundizar en Norteamérica: seguir apostando por el T-MEC, mejorar nuestras capacidades logísticas, e invertir en talento para cadenas de alto valor.
• Tomar postura con inteligencia: no ser satélite de nadie, sino actor con propuesta clara. México puede ser mediador, conector y constructor de puentes.
La cumbre BRICS en Río nos recordó que el mundo ya no gira únicamente en torno a una potencia. Y eso, para un país como México, es una oportunidad. Pero explorar nuevas rutas no significa perder de vista quién es nuestro socio estratégico. Estados Unidos sigue siendo nuestro faro… pero eso no impide que también encendamos nuevas luces hacia el sur, el este y más allá.