Por Antonio Kosturakis
Tras dos años de anuncios, cumbres y récords industriales, Chihuahua capital enfrenta el reto de convertir el furor por el nearshoring en un desarrollo sostenido, estratégico y con visión local.
El término nearshoring se convirtió en una suerte de palabra mágica entre 2022 y 2024. Para medios, políticos y empresarios, parecía la llave para reconfigurar el desarrollo económico de regiones enteras. Chihuahua no fue la excepción. En múltiples espacios se celebraron anuncios de inversión, crecimiento en parques industriales, e incluso la creación de eventos y agendas específicas, como la Cumbre de Nearshoring Automotriz y Aeroespacial 2024. Pero a mediados de 2025, con el freno que representa la nueva coyuntura electoral en Estados Unidos y la desaceleración industrial, muchos se preguntan: ¿en qué quedó el nearshoring en Chihuahua?
Más allá de las inversiones puntuales, expertos coinciden en que el nearshoring requiere gobernanza local y coordinación entre actores públicos y privados.
En entrevistas con Referente, representantes de la industria aeroespacial, de energías limpias y del sector logístico han resaltado la necesidad de alinear infraestructura, vivienda, planeación urbana y formación de talento.
Como se discutió durante la cobertura de la Cumbre de Nearshoring 2024 enfocada en los sectores automotriz y aeroespacial, uno de los principales retos es que “Chihuahua requiere una visión unificada, una gobernanza industrial que integre a los municipios, empresas y universidades”.
Sin embargo, como ocurrió a nivel nacional, el ritmo de anuncios comenzó a moderarse a partir de la segunda mitad de 2024. Factores externos como el endurecimiento de posturas comerciales en EE. UU. y la transición política nacional introdujeron incertidumbre. Las empresas entraron en modo “espera”, y la velocidad de absorción de espacio industrial se redujo.
Aunque por décadas fue vista como una ciudad de manufactura barata, analistas internacionales como Peter Zeihan han destacado que Chihuahua es una de las pocas regiones de México —y del mundo— con verdadera capacidad para manufactura avanzada, por su conectividad con EE.UU., su base instalada y su talento técnico capacitado.
Según Zeihan, en el contexto del desacoplamiento global, ciudades como Chihuahua tienen una ventaja estratégica por su ubicación, infraestructura logística e historial industrial vinculado a Norteamérica, lo que las vuelve aptas para procesos de valor agregado más allá del ensamble básico.
Aunque algunos medios nacionales hablaron de un “freno” en el nearshoring, la realidad es más compleja. La inversión extranjera directa no se ha desplomado. Lo que ha cambiado es el tipo de decisiones que se toman: hoy las empresas ya no buscan sólo naves listas, sino ecosistemas completos de proveedores, talento y servicios.
José Jordán de la Dirección de Desarrollo Económico y Competitividad lo explicó para Referente como una fase de maduración: “Ya no basta con atraer una planta. Hay que sostenerla. Darle soporte. Generar un entorno de innovación, educación técnica y servicios logísticos integrales”.
Desde esa perspectiva, el nearshoring en Chihuahua no se apagó: está entrando en una etapa donde la ejecución pesa más que el discurso.
Uno de los grandes retos en esta etapa es que muchas regiones del país no están igual de preparadas. Chihuahua tiene ventajas: conectividad, experiencia en manufactura avanzada, presencia de clústeres (automotriz, aeroespacial, agroindustrial), y una comunidad empresarial con visión de largo plazo. Pero también enfrenta limitantes críticas: infraestructura eléctrica, burocracia lenta y escasez de talento especializado.
La oportunidad sigue viva, existe un repunte en la demanda por proveedores locales. Y tras la amenaza de nuevos aranceles en EE. UU., muchas firmas buscan urgentemente fortalecer sus cadenas de suministro regionales. Sin esta articulación, lo que queda es una colección de proyectos aislados, sin efecto multiplicador.
La pregunta no es si el nearshoring fracasó. La verdadera cuestión es si Chihuahua logrará convertir esta ventana de oportunidad en un proyecto de ciudad.
El nearshoring no vino a resolverlo todo, pero sí puede ser el catalizador de una nueva etapa económica: una donde se transite de maquiladoras a innovación; de fábricas aisladas a ecosistemas industriales; de atracción de inversión a retención de talento.
Chihuahua ya no es la manufactura barata de México. Pero tampoco puede quedarse en ser sólo “la promesa” del norte. En este momento de pausa relativa, es cuando más importa la planeación. Las empresas que ya están aquí no se van. Pero las que vienen necesitan certezas, infraestructura y talento.
Como medio enfocado en el desarrollo económico de Chihuahua, desde Referente seguiremos observando, documentando y proponiendo, porque este fenómeno —el nearshoring— no es un episodio. Es el inicio de un nuevo capítulo, y dependerá de nosotros que se escriba bien.
El nearshoring en Chihuahua ha pasado del anuncio a la ejecución. Ahora necesita:
Pilar | Estado actual | Acción requerida |
Infraestructura | Carreteras, instalaciones industriales en marcha | Ampliación de redes eléctricas y acuíferas |
Educación | Currículas en STEM, becas y convenios | Impulsar dualidad y especialización local |
Coordinación | Alianzas federales-locales incipientes | Articulación Estado–Federación–municipios |
Diversificación | Ecosistema aeroespacial, semiconductores | Apoyos e incentivos multisectoriales |
Si Chihuahua logra cerrar las brechas energéticas, educativas y logísticas, no sólo consolidará su posición en la cadena Norteamericana, sino que abrirá una ventana para atraer industrias de mayor valor y sofisticación.