En México, la producción de jitomate está concentrada en pocos estados que lideran el campo agrícola. Sinaloa encabeza la lista con alrededor del 22 % de la producción nacional, seguido por San Luis Potosí con un 13 % y Michoacán con cerca del 7 %. Otros estados que destacan son Jalisco, Sonora y Baja California Sur, cada uno con aproximadamente el 5 %. En conjunto, estas entidades generan más de la mitad del jitomate que se consume y exporta en el país, consolidándose como el motor de este cultivo estratégico pero ¿qué pasa la reciente conclusión unilateral del Acuerdo de Sucesión del Tomate Fresco por parte del Departamento de Comercio de Estados Unidos?
Un acuerdo que prende las alarmas
Este Acuerdo de Sucesión del Tomate Fresco por parte del Departamento de Comercio de Estados Unidos ha generado preocupación a ambos lados de la frontera. Aunque parece una jugada para proteger a productores locales, la realidad es que el impacto podría sentirse más en los bolsillos de los consumidores estadounidenses que en los agricultores mexicanos. Y es que, simplemente, no existe otro país que pueda igualar la calidad, volumen y constancia del jitomate mexicano.
LEER MÁS: México corta importaciones “exprés”: ¿una bocanada de aire para el calzado nacional?
Cada año, en Estados Unidos se consumen más de 6,500 millones de libras de jitomate fresco, y de esa cifra, el 90% proviene de México. La dependencia es clara: por más de dos décadas, nuestro país ha garantizado un abasto estable y accesible de este producto esencial en los hogares, restaurantes y tiendas norteamericanas.
120 años de ventaja competitiva
México no se convirtió en líder agrícola de la noche a la mañana. Durante más de un siglo, la industria del jitomate se ha desarrollado con base en innovación tecnológica, rigurosidad sanitaria y experiencia en exportación. Esto ha consolidado al jitomate nacional como abundante en volumen y altamente competitivo en calidad y precio.
Como lo han señalado los líderes del sector, no existe, ni en el corto ni en el mediano plazo, otro país capaz de sustituir lo que México ha construido con esfuerzo, estrategia y visión a lo largo de generaciones.
Impacto bilateral: ¿quién pierde más?
Aunque Estados Unidos busca proteger a un pequeño grupo de productores locales, esta medida podría tener un efecto boomerang. Dos de cada tres jitomates que se consumen en los hogares estadounidenses provienen de México, y reemplazar esta fuente confiable por producción interna o de terceros países significaría precios más altos, menor volumen y calidad inconsistente.
Del lado mexicano, el sector ha demostrado resiliencia. Ya en 2019 se enfrentó a una disputa similar cuando el acuerdo fue suspendido temporalmente, y gracias a intensas negociaciones logró recuperarse. Hoy, los exportadores mexicanos están más organizados y preparados para sortear este tipo de retos.
Lo que realmente está en juego
Más que un conflicto de tarifas, esta disputa representa un choque con la lógica del mercado. México es el principal socio comercial de Estados Unidos en jitomate fresco, y cualquier intento por desplazarlo no sólo es inviable logísticamente, sino que también afecta a millones de familias que dependen de este alimento básico.
El jitomate mexicano no es simplemente un producto de exportación: es un pilar del sector agroalimentario de Norteamérica. Su papel es tan estratégico que intentar sustituirlo podría significar un golpe a la estabilidad económica y alimentaria en ambos lados de la frontera.

















