Transformar un entorno
En el mundo empresarial está surgiendo una idea que cada vez cobra más fuerza: las empresas no existen sólo para generar ganancias, sino también para transformar su entorno. En Chihuahua y en muchas otras partes de México, esta visión se está abriendo camino bajo el concepto de economía social y de lo que hoy llamamos empresas con propósito.
Utilidades, inversiones o crecimiento de mercado
Se trata de un cambio de mentalidad. Durante décadas, lo normal fue medir el éxito únicamente en utilidades, inversiones o crecimiento de mercado. Hoy, sin embargo, las nuevas generaciones de empresarios, consumidores y líderes sociales saben que ese modelo ya no es suficiente. Una empresa que no conecta con su comunidad, que no cuida al medio ambiente y que no se compromete con la transparencia, tarde o temprano pierde relevancia.
La economía social propone lo contrario: primero las personas, después el capital. Este modelo se sostiene en principios como la cooperación, la solidaridad, la participación democrática y la equidad. Aquí, la rentabilidad no desaparece, pero se coloca en equilibrio con algo igual de valioso: el impacto humano.
Cuando hablamos de empresas con propósito, nos referimos a organizaciones que buscan crecer de la mano de su comunidad. Son negocios que generan empleos de calidad, que apuestan por proveedores locales, que impulsan proyectos comunitarios y que se esfuerzan por ser transparentes en cada decisión. La premisa es sencilla, pero poderosa: si tu comunidad crece contigo, tu empresa crece también.
LEER MÁS: Empresas que marcan la diferencia en el ranking de Responsabilidad Social 2025
Además, los números respaldan esta visión. Según estudios recientes, las empresas con propósito logran hasta un 90% más de reputación positiva, un 85% de fidelización de clientes, un 80% de atracción de talento y un 70% de rentabilidad sostenible a largo plazo. Es decir, no se trata de filantropía, sino de un modelo de negocio viable y competitivo.
Sociedades BIC
En México, el terreno legal ofrece un abanico de opciones para quienes quieren dar este paso. Existen cooperativas, sociedades de solidaridad social, ejidos y comunidades agrarias, uniones de crédito, cajas de ahorro, sociedades de producción rural e incluso sociedades mercantiles y civiles con un objeto solidario. Más recientemente surgieron las Sociedades BIC (Beneficio e Interés Colectivo), que representan una versión moderna y formal de las llamadas “empresas con propósito”.
Ejemplos sobran. Desde cooperativas que reparten riqueza de manera equitativa, hasta empresas B que combinan utilidades con impacto ambiental, o negocios locales que fortalecen a sus barrios y generan confianza en sus clientes. Todas tienen algo en común: entienden que ya no basta con competir, sino que hay que inspirar al sector y responder a consumidores cada vez más conscientes.
La conclusión es clara: las empresas con propósito y la economía social no son una moda, ni una tendencia de temporada. Son, más bien, la respuesta a los grandes desafíos del siglo XXI: desigualdad, crisis ambiental y desconfianza hacia las instituciones económicas tradicionales.
Chihuahua tiene frente a sí la oportunidad de convertirse en un referente nacional en este movimiento. Porque cuando la rentabilidad se pone al servicio de la comunidad, lo que se construye no es sólo negocio, sino futuro.