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Sotol Peña Blanca: tradición chihuahuense que conquista al mundo

Para Gina Quezada, socia y una de las propietarias de Sotol Peña Blanca, el éxito nunca fue el objetivo inicial, sino la consecuencia de hacer bien las cosas y apostar por lo local. Lo que hoy es una marca reconocida a nivel internacional comenzó, literalmente, como una cantina.

La historia se remonta a 2020, en plena pandemia. Ante la oportunidad de hacerse cargo de una antigua cantina ubicada en un edificio histórico de 1915 en Aldama, Chihuahua, el equipo decidió rescatar el espacio y darle un nuevo concepto basado en productos locales: quesos, nuez, tenebrilla y sotol. Ahí fue donde empezó todo.

A través de amistades, el proyecto llegó a manos de Salvador Baeza, maestro sotolero de cuarta generación, quien comenzó a surtir sotol para la coctelería del lugar. La respuesta de los clientes fue inmediata. No solo destacaban los cocteles, también preguntaban por el destilado. Sin buscarlo, la cantina ya estaba incubando una marca.

Así nació Sotol Peña Blanca, iniciando con una receta ancestral que dio origen a su primera etiqueta: el Sotol de Borrego. Un destilado elaborado bajo un proceso tradicional que incorpora pechuga de borrego en la segunda destilación, lo que le da un carácter único y profundamente identitario. Durante años, esta botella se mantuvo exclusivamente en la cantina.

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El siguiente paso llegó casi por casualidad. Al ser descubierto por aliados del sector, la marca decidió lanzar el producto al mercado. El resultado fue inmediato: aceptación, crecimiento y una respuesta positiva que impulsó el desarrollo de una segunda variedad, el Sotol Blanco, perfilado específicamente para la marca.

Este sotol, elaborado sin agregados y bajo un proceso de doble destilación, fue el que recientemente obtuvo la Gran Medalla de Oro en México Selection, uno de los reconocimientos más importantes para destilados mexicanos. Para Gina Quezada, el premio representa un orgullo inesperado y la confirmación de que el sotol chihuahuense puede competir al más alto nivel.

A pesar del reconocimiento, la visión de Sotol Peña Blanca se mantiene firme. La marca no busca producción masiva ni presencia en supermercados. El sotol es una planta silvestre del desierto, con procesos artesanales que limitan naturalmente los volúmenes de producción. La apuesta es clara: exclusividad, calidad y posicionamiento correcto.

El premio abre puertas, pero no redefine el rumbo. La marca continuará creciendo con cautela, sin comprometer estándares y con la meta de que sus futuras variedades alcancen el mismo nivel de reconocimiento. El mensaje que Gina Quezada comparte con el gremio es directo: creer en el valor del producto, no abaratarlo y apostar por la calidad.

Sotol Peña Blanca demuestra que cuando la tradición, el trabajo bien hecho y la identidad local se alinean, el reconocimiento internacional llega solo. Y cuando llega, se honra manteniendo los pies en la tierra… y el sotol a la altura.