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Flor es Ser: Cuando Aprender Un Oficio También Transforma La Vida

En Riberas de Sacramento, el Centro Comunitario San Martín se ha convertido en un espacio donde el aprendizaje va mucho más allá de lo técnico. Ahí se llevó a cabo la graduación de la séptima y octava generación del programa Flor es Ser, una iniciativa impulsada por la asociación civil Mujer con Valor, que durante tres meses acompaña a mujeres de la comunidad en un proceso de desarrollo personal y capacitación en costura.

El programa Flor es Ser nace con una idea clara: fortalecer a la mujer en todas las áreas de su vida. Para lograrlo, combina talleres de formación humana —enfocados en autoestima, proyecto de vida y manejo emocional— con la enseñanza de un oficio que les permita generar ingresos desde casa sin descuidar a su familia. En esta edición, 39 mujeres concluyeron el proceso y celebraron su graduación con una exposición y venta de los productos que ellas mismas elaboraron.

Amada Díaz, encargada del área de costura, explica que este taller representa ya la octava generación del proyecto. “Desde el primer día se trabaja no solo con la máquina de coser, sino con el miedo. Muchas llegan sin ningún conocimiento previo y con inseguridad, pero poco a poco van descubriendo que sí pueden”, comparte. El proceso inicia con lo más básico: conocer la máquina, aprender a enhebrarla, usar el pedal y tomar medidas. A partir de ahí, las participantes comienzan a confeccionar piezas sencillas como morrales, cosmetiqueras y cojines, avanzando gradualmente hacia prendas más complejas.

Uno de los aspectos más valiosos del programa es que no tiene ningún costo para las participantes. Esto ha sido posible gracias al apoyo del DIF Municipal, que ha brindado recursos clave para que el proyecto se concrete y continúe creciendo. “Sin ese respaldo, esto no sería posible. Aquí se les recibe tal como llegan, con miedo o con muchas ganas, y se les acompaña durante todo el proceso”.

Laura García de Haddad, presidenta del Consejo de Mujer con Valor, destaca que el impacto del programa va más allá de aprender a coser. “En muy poco tiempo, apenas tres meses, ellas experimentan un cambio profundo. Crece su autoestima, su seguridad y su percepción de sí mismas. Muchas descubren capacidades que no sabían que tenían”, afirma. Ese cambio se refleja no solo en ellas, sino también en su entorno familiar y comunitario.

Además del taller básico de costura, el programa ha incorporado un grupo especial de seguimiento para mujeres que ya habían egresado en generaciones anteriores. En este espacio, se trabajó con arteterapia y patronaje, permitiéndoles crear piezas más elaboradas como sacos, lencería y prendas con patrones propios, ampliando así sus posibilidades de emprendimiento.

Cristina, coordinadora del proyecto Casa Flor es Ser, explica que uno de los objetivos centrales es que las mujeres salgan con un plan de vida. “Aquí se proyectan a corto, mediano y largo plazo. No solo aprenden un oficio, también aprenden a verse a futuro y a reconocerse como capaces”, señala. Muchas de las egresadas ya han comenzado a vender sus productos desde casa, en su comunidad, escuelas o entre familiares y amigas.

El crecimiento del programa ha sido orgánico. De iniciar con apenas ocho mujeres en la primera generación, hoy Flor es Ser reúne a decenas de participantes. La principal forma de convocatoria ha sido el boca a boca, además del perifoneo, volantes y apoyo de parroquias y espacios comunitarios. Son las propias egresadas quienes invitan a otras mujeres al compartir su experiencia y los cambios que han vivido.

Durante la jornada de graduación, varias participantes coincidieron en que el mayor aprendizaje no fue solo técnico, sino personal. Hablaron de perder el miedo, de ganar confianza y de atreverse a intentar cosas nuevas. Algunas incluso ya sueñan con confeccionar vestidos para sus hijas o emprender pequeños negocios desde casa.

El programa Flor es Ser continúa consolidándose como un modelo de acompañamiento integral que demuestra que cuando se brinda un espacio seguro, formación y herramientas, las personas florecen. Desde Mujer con Valor, la meta es clara: seguir replicando este proyecto en otras zonas de la ciudad y llevar estas oportunidades a más comunidades.

En Riberas de Sacramento, Flor es Ser ha dejado algo más que prendas y costuras bien hechas. Ha sembrado confianza, comunidad y la certeza de que siempre es posible dar el primer paso hacia una vida con más valor.