Por Jorge R. Cruz Camberos
Chihuahua acaba de brillar con luz propia en el Tianguis Turístico 2025 en Rosarito. Ganamos premios importantes. Nos reconocieron por lo que ya sabíamos que somos: un estado con fuerza, con raíces, con magia. Creel fue elegido el Mejor Pueblo Mágico para una escapada entre montañas. Guachochi se llevó dos galardones por su turismo sustentable y por preservar la cultura Rarámuri. Y no únicamente eso: fuimos finalistas como destino de naturaleza, de aventura y de descubrimiento. Y sí, Chihuahua fue nominado como el mejor estado para viajar en 2025.
¿La cereza del pastel?
Tuvimos anuncios importantes de conectividad aérea: TAR México relanzó vuelos a Querétaro, Los Mochis y El Paso, y Aeroméxico abrió la puerta a una posible ruta directa Chihuahua–Monterrey–Los Ángeles. Es decir, estamos más cerca del mundo. Literalmente.
Leer más: Miguel Lara Viniegra triunfa en el Ultra Maratón Caballo Blanco 2025
Pero… ¿quién está contando la historia?
Porque entre tanto stand bonito, discursos y hashtags turísticos, me quedó una inquietud: ¿Dónde están las narrativas que emocionan? No me malinterpreten. Ganar está bien. Conectar está mejor. Pero emocionar es lo que realmente hace que alguien compre un boleto, se suba a un avión y venga a vivir Chihuahua.
Chihuahua tiene todo para ser un blockbuster turístico. Únicamente seguimos vendiendo las locaciones sin el guión. ¿Por qué no contarle al mundo que aquí todavía se escuchan los ecos de la Revolución? ¿Por qué no producir contenido que reviva el mito de los indios y los vaqueros, que ponga al Rarámuri como símbolo de resistencia, no sólo como postal? ¿Por qué no hacer películas, podcasts, libros, series que despierten ese morbo por venir a descubrir la Sierra, los barrancos, las historias de frontera?
El Ultra Maratón de Mont Blanc mira hacia Chihuahua. Los corredores Rarámuri son admirados como atletas legendarios. Es momento de contar la historia de Caballo Blanco, ese forastero que vino a correr con ellos y terminó dejando una leyenda viva. Eso tiene más potencia turística que cualquier folleto.
Y si hablamos de potencia… tenemos que hablar de gastronomía
Chihuahua ya cuenta con etiquetas de vino reconocidas a nivel internacional, carnes de altísima calidad, ingredientes únicos. Pero nos falta un relato culinario, una experiencia gastronómica construida desde el alma. No basta con tener buen producto. Necesitamos crear destino gastronómico.
Rutas del vino. Fogones abiertos al turismo. Chefs que narren Chihuahua con cada plato. Sabores que cuenten la historia de los pueblos, del campo, del mestizaje. ¿Por qué no un “Sinaloa-style” pero versión norteña, seria y auténtica? La culinaria es cultura. Y la cultura, cuando se cocina bien, también vende.
Chihuahua tiene todo para posicionarse como un destino de turismo cultural, deportivo, gastronómico y de aventura. Pero para lograrlo, tenemos que cambiar el enfoque: pasar de la promoción a la narrativa, de la publicidad a la experiencia. Los premios ya los ganamos. Las rutas ya las abrimos. Ahora toca construir el relato que haga que el mundo quiera venir a vivirlo. Tenemos la geografía. Tenemos el mito. Únicamente falta el guionista. Y ese guionista… puede ser cualquiera de nosotros.

















