Por Jorge Cruz Camberos
Por un momento, todo pintaba para tormenta. Pero la presión de los mercados y la lógica económica se impusieron: la siguiente ronda de aranceles que planeaba la Casa Blanca no será tan ruda como se esperaba. Y para México, eso es música para los oídos.
Las bolsas en EE.UU. repuntaron con fuerza. Tesla se disparó, y las tecnológicas en general celebraron. ¿La razón? Trump parece estar bajándole dos rayitas a su guerra comercial. En vez de un golpe parejo, las nuevas tarifas se aplicarán solo a ciertos sectores específicos.
Para México, eso significa menos incertidumbre y más margen para moverse con cabeza fría. Trump está usando los aranceles como una ficha de negociación: quiere meter en la misma jugada temas como la migración, el contrabando de fentanilo y el control fronterizo.
Pero más allá del juego diplomático, lo interesante es ver dónde verdaderamente escucha Trump: su base política. A los agricultores, industriales y consumidores que lo siguen desde el inicio no les gusta pagar más por productos o ver caer sus exportaciones. Y cuando ellos alzan la voz, él reacciona.
El panorama pinta mejor de lo esperado. México no solo esquiva un golpe comercial, sino que entra a una etapa donde puede negociar desde la razón y no desde la urgencia. Es momento de jugar con inteligencia, fortalecer alianzas y apostar por un modelo económico que sea competitivo, sí, pero también resiliente.
Porque incluso cuando la tormenta amenaza, si se mantiene la calma y se mira el horizonte con visión, se puede avanzar.