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Tudor: la hermana “accesible” de Rolex

Cuando Hans Wilsdorf fundó Rolex a inicios del siglo XX, tenía una visión clara: crear los relojes más precisos y confiables del mundo. Pero el fundador también entendía algo que pocas marcas de lujo se atreven a admitir: no todos los amantes de la relojería pueden pagar un Rolex… pero sí buscan la misma calidad.
Con esa idea nació Tudor: un reloj igual de confiable, más accesible y pensado para llegar a un público más amplio sin perder el ADN de excelencia.

De segunda marca a potencia global

Durante décadas, Tudor vivió bajo la sombra de Rolex. Buena reputación, gran calidad… pero sin luz propia.
Eso cambió en los últimos años: Tudor inició un camino para convertirse en una marca independiente, con identidad propia y una estrategia agresiva que la ha llevado al top mundial.

En 2023 dieron el paso más simbólico:
abrieron su propia planta de manufactura en Suiza, separada por completo de Rolex.
Un mensaje claro: Tudor ya no es “la alternativa”; es una marca con su propio lugar en la relojería.

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Deportiva, joven y con estrellas globales

Para conectar con nuevas generaciones, Tudor se lanzó directo al mundo del deporte y alto rendimiento.
Hoy sus patrocinios incluyen:

  • Fórmula 1 con Oracle Red Bull Racing
  • David Beckham, quizá su embajador más icónico
  • Tiger Woods, leyenda del golf
  • Diversos equipos y atletas relacionados con aventura y velocidad

La marca encontró un nicho perfecto: público joven, activo, que valora el lujo pero sin lo perfecto y solemne que representa Rolex.

El boom detrás del negocio

Aunque Tudor no revela cifras oficiales, expertos estiman que la marca duplicó sus ventas entre 2017 y 2024, alcanzando más de $566 millones de dólares al año.
Esto equivaldría a alrededor del 5% de los ingresos globales de Rolex, un dato poderoso si tomamos en cuenta que hace apenas unos años ni siquiera aparecía en el radar de las marcas líderes.

Hoy, con más de 260 boutiques exclusivas en todo el mundo, Tudor ya estaría dentro del top 20 de marcas suizas de relojes, superando a nombres históricos y consolidándose como una de las casas más dinámicas del sector.

Más que relojes: una marca que encontró su identidad

Tudor ya no es “la hermana menor”.
Es una marca con personalidad: deportiva, atrevida, moderna y más cercana que otras firmas de lujo.
Su crecimiento no ha sido casualidad, sino resultado de una estrategia quirúrgica: independencia, manufactura propia, embajadores aspiracionales y un diseño que equilibra tradición con rebeldía.

Hans Wilsdorf quizá no imaginó que la “marca accesible” terminaría siendo una potencia global del lujo. Pero lo es. Y va por más.