Por Jorge Rodrigo Cruz Camberos
A veces parece que México está en una relación tóxica con las buenas noticias.
Sí, si te comparas con Argentina, Venezuela o incluso Perú, pareciera que vamos “bien”. Tenemos inflación baja, el peso fuerte, récord en remesas. ¿Entonces por qué sentimos que algo no cuadra?
Por qué no cuadra.
Mientras algunos datos macroeconómicos brillan, la realidad diaria sigue golpeando. La inseguridad es parte del paisaje, los salarios no alcanzan, el sistema de salud está reventado y millones de personas siguen trabajando en la informalidad o atrapadas en empleos sin futuro.
El espejo latinoamericano no alcanza
Compararnos con países que están peor no es estrategia: es consuelo. Es como decir “al menos no estoy tan mal como mi vecino divorciado”, mientras tú también estás durmiendo en el sillón.
La verdadera pregunta no es si vamos mejor que otros. Es: ¿vamos tan bien como podríamos?
Y la respuesta es no. No estamos aprovechando nuestro potencial de talento, ni estamos tomando decisiones de largo plazo que aseguren un país más justo, más seguro y más productivo.
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El otro elefante en la sala: criminal governance (gobernanza criminal)
Hay regiones en México donde el crimen organizado ya no sólo extorsiona: gobierna. Impone reglas, cobra “impuestos”, da permisos, prohíbe fiestas… y hasta resuelve disputas. Esto pasa cuando el Estado desaparece y los grupos criminales llenan el vacío de poder.
Ese es el verdadero freno para el futuro del país. Porque ninguna empresa global quiere instalarse donde manda un cártel. Y ningún ciudadano puede prosperar donde la ley se negocia con miedo.
Chihuahua: creciendo… pero con conciencia
Chihuahua capital ha crecido por encima del 5% anual en los últimos años. Somos líderes nacionales en exportaciones y ejemplo de dinamismo económico. Pero ese crecimiento no está garantizado. Se necesita visión de largo plazo y compromiso con el desarrollo social, no solo económico.
La gran pregunta es: ¿vamos a dejar que este avance se lo coma la informalidad, la inseguridad o la improvisación política?
¿Y ahora qué?
Siempre se dice que el futuro está en los jóvenes. Y sí, pero no basta con decirlo. Necesitamos que se involucren más en su sociedad, en sus organismos, en sus ciudades. Que participen, que exijan, que construyan. Porque un país no cambia desde el cinismo o desde la comodidad: cambia desde la acción.
México no se arregla solo. Y Chihuahua, mucho menos.